29 enero 2008

Ja tenim WEB !!

Ara ja tenim Web i no tornarem a actualitzar aquest blog. Si voleu, podeu visitar-nos a: http://www.canbesora.com

Per a qualsevol consulta, ens trobareu a comunicacio@canbesora.com.

Fins aviat.

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Ahora tenemos Web y no volveremos a actualizar este blog. Si queréis, nos podéis visitar en: http://www.canbesora.com

Para cualquier consulta, nos encontraréis en comunicacio@canbesora.com.

Hasta pronto.

19 marzo 2007

Jesper Juul y la familia

Interesante resumen el de Juul sobre la familia.

Según este autor, la familia tradicional y totalitaria establecía una serie de límites estrictos que "determinaban lo que los hijos podían o no podían hacer", y de esta manera se mantenía la estructura de poder en que se basaba la familia. Para que esta estructura de poder funcionara había que aplicar cuatro elementos: unidad, firmeza, castigo y justicia.
Para las familias tradicionales la situación ideal era la falta de conflictos. Por lo tanto, cuando surgían conflictos entre adultos y niños, se culpaba a los padres de no saber educar a sus hijos correctamente o se culpaba a los hijos de falta de buenos modales.

Después llegó el paréntesis democrático, época en que las familias intentaron reestructurarse siguiendo unos ideales democráticos, muy mediatizado por los ideales políticos. Sin embargo, el experimento se quedó corto porque no resolvía los conflictos que se dan en el seno de la familia. "De hecho, (...) la ideología tiende a obstaculizar en lugar de fomentar los sentimientos de proximidad familiar."

Para Juul, el elemento clave de la salud y desarrollo mental y físico de niños y adultos es el proceso de interacción familiar (espíritu o atmósfera familiares), es decir, la calidad de los intercambios entre los distintos miembros de la familia: cómo se relacionan unos con otros y cómo se sienten. "Los adultos de la familia son los únicos responsables del establecimiento de esta atmósfera familiar. No pueden delegar esta responsabilidad en sus hijos (...), lo cual no implica que los niños no deban influir en el proceso de interacción de la familia. Muy al contrario. Ejercen una gran influencia gracias a su falta de experiencia en la vida, su lógica, sus problemas, su sensibilidad en momentos de conflicto y su falta de experiencia en su resolución. "

La transición entre las familias totalitarias y las familias democráticas dio como resultado una serie de enfrentamientos que hirió a muchas personas. Por lo general, quedó claro que los valores democráticos tenían un valor limitado cuando se aplicaban a la vida real.

(continuará...)

Raquel

02 marzo 2007

La biblioteca de Can Besora


Desde la Comisión de Soporte al Estudio se está montando la biblioteca. Fijaos qué chulada. Qué ganas de sentarse a leer. A los niños les encantará.
Queda mucho por hacer todavía. Estamos poniendo los pictogramas en las portadas de cada uno de los libros e introduciendo los datos de los libros en el ordenador para que estén listos para el préstamo. Necesitamos ayuda de todo aquel que nos pueda echar una mano. Podéis preguntar a Raquel (P4-B) o a Mari (P3-B), o bien ir a las reuniones de la Comisión de Estudi. Entre todos lo conseguiremos.
Además los niños han decidido que el color de las paredes no podía ser blanco. Prefieren que sea azul y rosa. Y así se hará. Hace falta una brigada de padres para pintar la biblioteca. Ya se os hará saber.
Una vez que los libros estén listos para préstamo se inaugurará la biblioteca. Habrá cuentacuentos y otras actividades que fomenten el gusto por la lectura.

02 febrero 2007

La pubertad y Jesper Juul

"Desde una perspectiva objetiva, se considera que la pubertad es un periodo intrafísico (individual) y psicosexual del crecimiento que provoca que muchos chicos y chicas entre doce y quince años se sientan confusos e inquietos. La idea de que este desarrollo, por sí solo, pueda comportar conflictos interpersonales con los adultos es, simplemente, absurda. El número de conflictos y su intensidad depende, entre otros motivos, de la capacidad de los adultos de reconocer los cambios que deben producirse en su papel de padres y del modo en el que han tratado el desarrollo de la integridad de sus hijos durante los tres o cuatro primeros años de vida."

Esto dice Jesper Juul (en su libro "Su hijo, una persona competente. Hacia los nuevos valores básicos de la familia"), terapeuta familiar danés de prestigio internacional. Viene a decir que si no has hecho un "buen" trabajo durante los 3 o 4 primeros años de vida del niño, te espera una pubertad divertida. ¿Qué opináis? ¿Estáis de acuerdo? Da un poco de miedo, ¿no? ¿Y si te das cuenta, hacia los 5 o 6 años de tu hijo, de que tienes que cambiar tu relación con él? ¿Acaso está todo perdido ya?

Raquel (P4-B)

11 enero 2007

Feliz año 2007

Hola a todos!

Inauguro el blog este año para felicitaros el año a todos.

Tenemos 6 meses por delante de mucho trabajo: inauguración de la biblioteca, por ejemplo. Estamos trabajando en ello desde principios de curso. Ahora estamos clasificando libros por categorías, después habrá que terminar de forrar y poner el código estándar en cada uno de ellos. Todo este trabajo se hace desde la Comisión de Estudio, pero si alguien quiere venir a echar una mano, nos reunimos los martes y jueves de 3 a 4:30 para trabajar.

Venga, saludos a todos.

Raquel (P4-B)

20 octubre 2006

El viejo truco del grito en el cielo

Interesante artículo de Javier Marías sobre la cultura de la queja tan bien arraigada en nuestra sociedad. Dice así:

En más de una ocasión le he reprochado a este periódico su pusilanimidad en algunas cuestiones, sobre todo en la acoquinada observancia de las represoras leyes “políticamente correctas”, por utilizar un término innoble pero ya consagrado. Cada vez que a El País se lo acusa de inventar o insertar un anuncio que molesta a algún colectivo, el diario se apresura a retirarlo y a darse golpes de pecho, tengan o no razón quienes protestan. Lo mismo hacen los anunciantes, los redactores, el Defensor del Lector y, en un ámbito ya más amplio, la sociedad en su conjunto. Hace ya tiempo que los individuos susceptibles y los colectivos quisquillosos descubrieron la enorme eficacia de poner el grito en el cielo, con motivo o sin él. Que haya gente así no es nuevo ni sorprendente: personas vigilantes, con mentalidad policial, a la defensiva, que rastrean diariamente la prensa a la búsqueda de “infracciones”, predispuestas a saltar y a denunciar y a indignarse, a detectar actitudes o frases supuestamente machistas, sexistas, racistas, xenófobas, degradantes, inmorales, antinacionalistas, acosadoras, homófobas, misóginas o islamófobas, tanto da. Esas personas suelen ser literales y brutas: desean ver suprimidas de la lengua expresiones como “no hay moros en la costa” o “merienda de negros”, sin darse cuenta de que quienes las empleamos con naturalidad y en el sentido figurado que les es propio no somos precisamente los racistas, sino más bien quienes nos reprochan su uso: son éstos los que dotan a esas expresiones de tal contenido, y, como en sus labios y en su conciencia sí serían racistas, pretenden que nadie las utilice.

Lo que sí es sorprendente y relativamente nuevo es que las personas razonables y no histéricas se achanten con tanta facilidad ante el viejo truco de poner el grito en el cielo. Yo echo de menos la capacidad de plantarse ante las exageraciones y los bramidos y las distorsiones. Me gustaría que este periódico, y la sociedad en general, pudieran reaccionar a veces diciendo: “No, no llevan ustedes razón, y están sacando las cosas de quicio. Son de una susceptibilidad extrema y sospechosa, y no voy a renunciar, porque su vulnerabilísima sensibilidad se vea herida, a decir lo que pienso ni a expresarlo con toda la variedad y riqueza que la lengua pone a mi alcance”. A cualquiera puede molestarle u ofenderle algo, pero ahí entramos en un terreno imposible, el de la subjetividad de cada uno, y no se puede estar haciendo caso –menos aún obedeciendo– a las infinitas subjetividades del mundo, sobre todo a aquellas tan en permanente insatisfacción y guardia que considerarán siempre pocas las concesiones que los achantados les vayan haciendo. “No se debe intentar contentar a quienes nunca se van a dar por contentos”, era un viejo adagio de mi difunto padre que me parece acertado. Y sin embargo nuestras sociedades están resueltas a desoírlo y a hacer lo contrario, a sabiendas de que hay sujetos, o colectivos, o nacionalismos, o religiones (los más de estos dos últimos, está comprobado), a los que nada nunca les parecerá bastante.

Hace unas semanas el Papa citó a un Emperador de Bizancio del siglo XV, sin hacer suyas por fuerza aquellas antiguas palabras. Midió mal, dado el mundo inflamable en que vivimos, no vio la viga en el ojo propio y metió la pata; pero se disculpó en seguida, lamentó la interpretación de lo que había dicho y se mostró manso y contrito. Eso no bastó a los islamistas que ya habían aprovechado para poner el grito en el cielo: querían más, pero no se sabía bien qué. Ni siquiera les fue suficiente la desproporcionada actuación de algunos de ellos: se cargaron a una pobre monja en Somalia, quizá a un italiano en Marruecos, quemaron iglesias cristianas en Palestina e hicieron arder monigotes del Papa no sé si en Pakistán, Indonesia o en ambos. A veces es tan evidente que la gente sólo busca un pretexto para armar bronca y quejarse (es decir, camorra), que no se entiende cómo los imaginarios “provocadores” caen en la trampa. Era tan evidente, por ejemplo, que Bush y Cheney andaban en su día inventando pretextos para invadir Irak, que no se entiende cómo la comunidad internacional ni se prestó a escucharlos. Así podríamos seguir hasta el infinito, exponiendo casos.

Demasiada gente está hoy convencida de que, si arma suficiente estrépito y se comporta desmedidamente, acabará saliéndose con la suya, porque esas actitudes asustan a unas sociedades pusilánimes y medrosas a las que da pánico ser tildadas de cualquier cosa mal vista, aunque las acusaciones vengan de individuos sin autoridad moral y nada ecuánimes, cuando no de cabestros. Ese es uno de nuestros problemas: que ya no se tiene en cuenta quién acusa, ni su capacidad o incapacidad para hacerlo, su objetividad o subjetividad, su imparcialidad o parcialidad posibles. Lo que nuestro mundo más teme es verse “vociferado” por quien sea, cuando todos sabemos que algunas vociferaciones, según de quienes vengan, no harían sino honrarnos y confirmarnos nuestra buena senda. Este diario, y nuestras sociedades, antes de echarse a temblar cada vez que se los tacha de algo vergonzoso o “malo”, deberían echar un vistazo a los tachadores y juzgar en consecuencia. En muchas ocasiones se tranquilizarían y verían que lo único sensato sería hacer lo que casi nunca hacen: caso omiso.


JAVIER MARÍAS EL PAIS SEMANAL - 15-10-2006

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Recuperemos la sensatez, por favor.

09 octubre 2006

Empieza un nuevo curso

Hola a todos. Sí, ya hace un mes que ha empezado el nuevo curso y antes de que llegue la navidad había que dar la bienvenida a las nuevas familias y a los maestros que se han incorporado.

Por cierto, una web interesante sobre educación es la del filósofo Jose Antonio Marina: "es un espacio de colaboración abierto en el que se pretende dar una respuesta común a los problemas en torno a la educación". Él lo denomina "Movilización Educativa".
http://www.joseantoniomarina.net/

Venga, a ver si se anima la participación en el blog.

Saludos,

Raquel (P4)